Cuidados del zapato

Dependiendo del material que corresponda a nuestro par de zapatos emprenderemos un cuidado u otro. A continuación, diferenciaremos entre zapato de piel, cuero y zapato de ante.

Cómo limpiar zapatos de ante

En el caso de tener zapatos de ante, el único cuidado a tener en cuenta es el cepillado (con cepillo de cerdas) y el uso continuo de la horma. En el caso de ensuciarse, por ejemplo de barro, utilizaremos dicho cepillo y frotaremos (sin aplicar agua) hasta hacer desaparecer la mancha. Si nuestros zapatos de ante se mojan de agua, introduciremos papel de periódico en el interior del zapato, para que se produzca una absorción de manera paulatina. En el caso de ensuciarse de una sustancia líquida espesa, existe una amplia gama de productos tipo Spray para poder deshacernos del problema, pero desde Flamingo aconsejamos el atender a nuestro zapatero de confianza, que no dudará en resolver el problema.

Cómo limpiar zapatos de cuero

Para atender a nuestros zapatos de cuero (ej: Empel en color Vaqueta o Pull):
Primero de todo, utilizaremos un paño suave, y ligeramente humedecido, para eliminar los restos de polvo y la posible suciedad incrustada en el zapato. Una vez seco el zapato, extenderemos cera o grasa de caballo (incolora) sobre la superficie del mismo para nutrirlo y fortalecer el cuero dañado. A continuación, introduciremos en el interior del zapato una horma, aconsejablemente de madera, en concreto de cedro, para eliminar malos olores y poder así, absorber la posible humedad que exista en el cuero, y evitando también la posibilidad de generar mohos y desagradables olores. El zapato deberá reposar en torno a 24 horas para que la absorción de la grasa sea gradual.

Cómo limpiar zapatos de cuero

Para atender a nuestros zapatos de cuero (ej: Empel en color Vaqueta o Pull): Primero de todo, utilizaremos un paño suave, y ligeramente humedecido, para eliminar los restos de polvo y la posible suciedad incrustada en el zapato. Una vez seco el zapato, extenderemos cera o grasa de caballo (incolora) sobre la superficie del mismo para nutrirlo y fortalecer el cuero dañado. A continuación, introduciremos en el interior del zapato una horma, aconsejablemente de madera, en concreto de cedro, para eliminar malos olores y poder así, absorber la posible humedad que exista en el cuero, y evitando también la posibilidad de generar mohos y desagradables olores. El zapato deberá reposar en torno a 24 horas para que la absorción de la grasa sea gradual.

Cómo limpiar zapatos de piel

Para atender a nuestros zapatos de piel (ej: Lepanto en Antic Negro): Primero de todo, utilizaremos un paño suave, y ligeramente humedecido, para eliminar los restos de polvo y la posible suciedad incrustada en el zapato.  Una vez seco el zapato, utilizaremos y expandiremos betún (puede ser incoloro o del color que sea nuestro zapato) sobre la superficie del mismo, para nutrirlo y fortalecer el cuero dañado. Una vez extendido, nos serviremos de nuestro cepillo de cerdas natural para frotar y dar brillo a nuestros zapatos. A continuación,  introduciremos en el interior del zapato una horma, aconsejablemente de madera, en concreto de cedro, para eliminar malos olores y que pueda absorber la posible humedad que exista en el cuero. y evitando la posibilidad de generar mohos y desagradables olores. El zapato deberá reposar en torno a 24 horas para que la absorción de la grasa sea gradual.

Uso de la horma y del calzador

La característica principal de la horma de madera, lo que la diferencia de la artificial, es que para su fabricación han sido extraídas de una pieza (tronco) de madera. Después, es pulida hasta lograr la forma adecuada, todo ello para que nuestro calzado se conserve perfectamente en nuestros armarios y zapateros, y para conseguir estirarlos.

Este tipo de hormas absorben la humedad del calzado que puede tener tras su uso. Por ello, si se llegarán a guardar con humedad, pueden formarse hongos o incluso cuartear el cuero. Con estos materiales disminuye esa posibilidad.

Por lo general, las hormas de madera natural están fabricadas en cualquier tipo de madera, desde el pino hasta la haya o el cedro. Nosotros aconsejamos las de cedro, ya que poseen la característica particular de proporcionar un olor especial, gracias a los aceites esenciales propios de este tipo de madera.

El uso del calzador es de vital importancia. Puede parecer un gesto que simplemente nos ayude a introducir nuestro pie de forma cómoda y rápida en el zapato, pero va más allá. El utilizar el calzador, hace que no debilitemos la parte trasera del zapato. El hecho de encajar nuestro pie de manera brusca y forzada, hará que poco a poco el zapato se vaya debilitando por dicha zona hasta llegar a producir pequeños destrozos, que acabarán dirigiendo nuestros preciados zapatos hasta nuestro amable zapatero.

Uso de la horma y del calzador

La característica principal de la horma de madera, lo que la diferencia de la artificial, es que para su fabricación han sido extraídas de una pieza (tronco) de madera. Después, es pulida hasta lograr la forma adecuada, todo ello para que nuestro calzado se conserve perfectamente en nuestros armarios y zapateros, y para conseguir estirarlos. Este tipo de hormas absorben la humedad del calzado que puede tener tras su uso. Por ello, si se llegarán a guardar con humedad, pueden formarse hongos o incluso cuartear el cuero. Con estos materiales disminuye esa posibilidad. Por lo general, las hormas de madera natural están fabricadas en cualquier tipo de madera, desde el pino hasta la haya o el cedro. Nosotros aconsejamos las de cedro, ya que poseen la característica particular de proporcionar un olor especial, gracias a los aceites esenciales propios de este tipo de madera. El uso del calzador es de vital importancia. Puede parecer un gesto que simplemente nos ayude a introducir nuestro pie de forma cómoda y rápida en el zapato, pero va más allá. El utilizar el calzador, hace que no debilitemos la parte trasera del zapato. El hecho de encajar nuestro pie de manera brusca y forzada, hará que poco a poco el zapato se vaya debilitando por dicha zona hasta llegar a producir pequeños destrozos, que acabarán dirigiendo nuestros preciados zapatos hasta nuestro amable zapatero.